Durante la década del 80 la estrategia de sustitución de exportaciones entró en una crisis final y
obligó a implementar una profunda reforma económica centrada en la apertura comercial y en una mayor disciplina fiscal y monetaria. Esta reforma busca una nueva inserción de la región en la economía mundial en cierta forma similar a la que teníamos antes de la segunda guerra mundial.
Es evidente que esta estrategia de desarrollo más abierta, en la cual el intercambio tiene un papel central, está generando profundos procesos de reestructuración económica. En este marco, la agricultura reaparece en la mayoría de los países de la región como un sector importante con capacidad para modernizarse y aumentar su participación en el comercio internacional. En este sentido, es necesario recordar que la región tiene, si se compara a nivel internacional, una extraordinaria dotación de recursos naturales de uso agrícola. América Latina tiene el 23% de la tierra cultivable, el 46% de los bosques tropicales y el 31% del agua dulce disponible en el mundo pero tiene solamente el 10% de la población mundial (Piñeiro y Trigo, 1996). Estas condiciones naturales explican las ventajas comparativas en la producción agropecuaria y la importancia histórica de la producción primaria en la composición del PBI total y en las exportaciones en la mayoría de los países de la región.
America latina necesita politicas de reestructuracion que tomen en cuenta al sector agrario, ya que este ha sido objeto de diputas politicas y economicas.
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